viernes, 17 de abril de 2015

El primer amor.




Solo llevaba dos días viéndola. Se fijó en ella porque le pareció una muñeca, con su pelo rubio lleno de rizos, y los ojos de un diáfano azul celeste, pero también, porque al pasar junto a ella el primer día, percibió su perfume que le hacía recordar al de la limonada.
En esos dos días solo había hablado una vez con ella, pero fue suficiente  para que le encantase el tono de su voz que le sonó como campanilla en sus oídos.
El tercer día, se sintió mal, tenía fiebre, sentía los ojos enrojecidos y una tos persistente. El médico le diagnosticó una enfermedad infecciosa de nombre desconocida para él, y que le hizo estar recluido en su casa.
Mientras que tendido sobre el sofás veía la televisión, no podía olvidar aquellos rizos de oro ni el olor penetrante que exhalaban. Seguramente en ese mismo instante, ella estaría hablando con otro y ni siquiera le echaría en falta a él, mientras él, no podía apartarla de su pensamiento. Quizás en aquel momento, por su juventud, no comprendía que por tener fiebre no pudiese verla, pero es que con sarampión no se puede ir a la guardería.

12 comentarios:

  1. Hola, libertad. Un relato muy tierno y primaveral. El primer amor nunca se olvida y este enamorado tampoco olvidará que el sarampión, probablemente, le rompió el corazón. Un beso.

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    1. Mercedes. Perdón por no contestar en su día. En un primer momento, el amor es como el sarampión, te pones calenturiento y hasta enrojeces por la pasión. Pero claro, eso son cosas de juventud..
      Un beso.

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  2. Yo inicié mis estudios en un colegio exclusivamente para varones, sin embargo, tal como en tu historia, también sentí el flechazo de Cupido aún antes de mi encuentro con el sarampión, ahora sé que hice mal al dejarme llevar por esa atracción prohibida, me da vergüenza reconocerlo pero era más fuerte que mi prudencia, era un niño, pero mentiría si dijera que no era consciente de mi pecado, en mi descargo sólo puedo decir que fue una atracción imposible, que no declaré ese amor que me asustaba y me tenía confuso cada mañana en el salón, sufrí en silencio el que no reparara en mis sentimientos y me martiricé pensando que de hacerlo más bien se horrorizara de mi audacia. Descuidé mis estudios y ese primer bimestre saqué malas notas, fui llamado al salón en la hora de recreo y recibí una severa amonestación, no pude explicar el motivo de mi bajo rendimiento porque me llenaba de vergüenza confesar esa debilidad incontrolable, y en un impulso nacido de mi inocencia me abracé a su cintura y llorando le dije que no iba a volver a suceder mientras por dentro me decía: esto te pasa por enamorarte de la profesora.

    Saludos, Pedro.

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    1. Hola Pensador. Perdona mi retraso en contestar, pero no sé por qué motivo tenía moderación en los comentarios. Creía que no me había comentado nadie, pero hoy Mercedes me ha dado la clave. En cuanto a lo que relatas de tu biografía, ¿no te diste cuenta de que tú eras muy poca carne para tanta olla. ¡Que inocente!
      Saludos amigo.

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  3. Pedro: ya añoraba tus escritos....éste me ha encantado...hay que ver lo que se sufre con el primar amor de la infancia...un beso

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    1. Hola Águeda. Gracias por añorarme. Bueno...el amor no deja de ser un sufrimiento constante.
      Como ha pasado bastante tiempo, te mando dos besos.

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  4. Estimado Pedro:

    Van dos comentarios míos, correspondientes a ésta, y a tu anterior entrada, que no veo se publiquen en este tu respetable e interesante blog. No sé si sea coincidencia que tampoco aparezcan otros comentarios publicados, porque sé que tus textos no padecen tal orfandad y se me hace extraño.
    Esta inusual situación me hace pensar, respetuosa y comprensiblemente, que algo se pudre en Dinamarca, es decir, una falla de la tecnología, o un error humano, o un velado llamado de atención, o un profundo e inconsciente rechazo virtual a la especie humana.
    Como consecuencia de esta serena cavilación, concibo tres posibles escenarios que te agradeceré desvirtuar o confirmar en cuanto alguno de ellos se ajuste como anillo al dedo al motivo de la presente:

    Primer escenario : No apruebas mis comentarios y me cierras la puerta.
    Segundo escenario : No apruebas el de nadie y metes candado.
    Tercer escenario : No te interesan los comentarios porque escribes para tu propio regocijo y, que los demás no sólo
    interpreten tu silencio sino que también acepten ser invisibles.

    En cualquiera de estos escenarios reconozco que estás en tu derecho de tomar la decisión que creas conveniente, sin embargo me permito sugerirte -dado que considero inconcebible que nadie haya participado de tus textos- si fuese el posible negado del tercer escenario, que nos hagas conocer a través de una cordial advertencia: Que ya no nos rompamos el cráneo para comentar y sólo nos acomodemos bien en nuestras butacas para leerte plácidamente.

    Atentamente, tu seguro servidor:

    Pensador.

    PD.- Ya parece solicitud de trabajo.

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    1. Pensador. Todo era cuestión de no saber como funciona la técnica. Por lo que sea, parece que puse la página en moderación de comentarios. Yo llegaba muy de tarde en tarde, y no veía ninguno, así que imposible de que contestase. Parece que los he recuperado todos.
      Tengo el blog bastante olvidado, pero comentario que llegue, siempre lo contesto porque no me parece correcto el no atender con mi respuesta a toda persona que ha tenido la amabilidad de leer lo escrito por mi.
      No te molestes en solicitar trabajo... porque no hay!!!
      Un abrazo amigo.

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  5. Maravillosa y enternecedora historia del primer amor, que no se olvida por muy jovencito/as que uno sea. Un beso Pedro

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    1. Como no salió tu primer comentario, has hecho un segundo y que te agradezco. El fallo ha sido mio.
      Otro beso...y ya van tres.

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  6. Lo que no se entiende nunca es porque la de los rizos siempre termina con el chulazo de turno ó con un bobo. Es decir con otro mientras nosotros en la fiebre pensábamos en ella. Aunque yo lo prefiero como lo cuentas tu.

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    1. Hola Carlos. Bueno, si se va con el chulazo la de los risos, habrá que buscarse otra aunque tenga la melena lisa.
      Es cuestión de que un día la convenzamos para que se haga un rizado en el cabello.
      Saludos.

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