Él, cuando la situación le era favorable, la miraba
arrobado, a pesar de que ella no era una mujer hermosa que llamase mucho la
atención, ni por su cara ni por su cuerpo, pero le gustaba de una manera
singular, en especial el hoyuelo de su barbilla.
No sabía si era casada o soltera, y nunca hubo una
situación en las pocas palabras que cruzaron para poderlo averiguar.
Fueron casi año y medio de viajar juntos en el mismo
autobús.
Un lunes, ella no apareció, y él pensó que a lo peor
estaba enferma. Durante toda la semana, estuvo pendiente cuando llegaban a la
parada en la que ella subía, pero no hizo acto de presencia. Las semanas se
fueron sucediendo de una manera vertiginosa y descorazonadora para él.
Un día, mientras contemplaba desde la ventanilla la
ciudad, y el autobús estaba casi parado por una retención del tráfico, un coche
les fue adelantando por la derecha, y al volante del mismo estaba ella, la
mujer de sus sueños. Golpeó el cristal con el puño para llamar su atención y
que le mirase, pero quizás por el ruido ambiente no le escuchó.
En ese mismo momento, se dio cuenta de que debía
olvidarse de ella para siempre, y se sintió de alguna forma traicionado. No
podía comprender como ella, antes que a un español apellidado García Pérez,
prefería a un gabacho, a un francés, al C-3 Citroën.
Ja, ja mira que traicionarlo con un Citroen. Muy bueno, liber. Me gusta. Un beso.
ResponderEliminarMercedes, es que la pobre estaría harta del autobús o de la falta de desodorante de algunos usuarios. ¡Quién sabe!
EliminarUn beso.
Sí, vamos, ahora la culpa va a ser del coche. Tal vez si él hubiese sido un poco más "echao p'alante" no hubiera dado pie a la supuesta "traición". Las apariencias engañan, y si hablamos de literatura, mucho más... :D
ResponderEliminarUn abrazo desde Almería
Javier, es posible que a él le faltase decisión para llegar más lejos. Posiblemente esperaba madurar un poco más la situacion. ¡Qué se yo...si yo no estaba allí!
EliminarUn abrazo.
Excelente relato !
ResponderEliminarOcurrente....
Saludos
Hola Mark. Al menos ocurrente es. Señal de que las neuronas aún ejercen parte de su función.
EliminarSaludos.
Siempre me gustaron los "garcías".
ResponderEliminarLibert, no pierdas esa fina ironía andaluza, es genial.
Besossss
Hola Inma. Es que los Garcias somos mayoría. Mira, hasta rima. Espero que la ironía no me abandone nunca. Bueno...algún día me abandonará muy a mi pesar...y al de la compañia a la que pago religiosamente mi seguro de defunción, que perderá un abonado de tantos años lamentablemente.
ResponderEliminarBesos Inma G.
ayssssssssssss..mira que cambiar el bus García por un vehículo francés....si que es traición...jajajajaj. Bonita historia, como todas las que nos traes. Un besito
ResponderEliminarHola Agueda. Es que hay algunas mujeres...Espero que el García encuentre otra.
EliminarUn beso.
jajajajaja. Como siempre me imaginaba otra cosa. Pero serás... Jajaja.
ResponderEliminarBesitos, libert.
María es que tú eres muy imaginativa.
EliminarBesitos.
Ella se lo pierde. Precisamente recuerdo con mucho mas agrado los viajes en tren al trabajo, que la tremenda soledad en un atasco en la soledad de un francés ó de un alemán. Menudo aburrimiento.
ResponderEliminarClaro Carlos, el viaje en tren es más ameno aunque sea para ir al trabajo.
ResponderEliminarSaludos.