viernes, 12 de septiembre de 2014

La traición.

Se encontraban todas las mañanas en el autobús de la línea 18. Algún día que otro, y cuando la situación de lo permitía, por la proximidad que ocupaban en ese momento en el vehículo, se daban los buenos días, y algunas veces que coincidieron en asientos colindantes, hablaban de lo clásico, del tiempo, de la lluvia, del frio o del calor.
Él, cuando la situación le era favorable, la miraba arrobado, a pesar de que ella no era una mujer hermosa que llamase mucho la atención, ni por su cara ni por su cuerpo, pero le gustaba de una manera singular, en especial el hoyuelo de su barbilla.
No sabía si era casada o soltera, y nunca hubo una situación en las pocas palabras que cruzaron para poderlo averiguar.
Fueron casi año y medio de viajar juntos en el mismo autobús.
Un lunes, ella no apareció, y él pensó que a lo peor estaba enferma. Durante toda la semana, estuvo pendiente cuando llegaban a la parada en la que ella subía, pero no hizo acto de presencia. Las semanas se fueron sucediendo de una manera vertiginosa y descorazonadora para él.
Un día, mientras contemplaba desde la ventanilla la ciudad, y el autobús estaba casi parado por una retención del tráfico, un coche les fue adelantando por la derecha, y al volante del mismo estaba ella, la mujer de sus sueños. Golpeó el cristal con el puño para llamar su atención y que le mirase, pero quizás por el ruido ambiente no le escuchó.
En ese mismo momento, se dio cuenta de que debía olvidarse de ella para siempre, y se sintió de alguna forma traicionado. No podía comprender como ella, antes que a un español apellidado García Pérez, prefería a un gabacho, a un francés, al C-3 Citroën.

14 comentarios:

  1. Ja, ja mira que traicionarlo con un Citroen. Muy bueno, liber. Me gusta. Un beso.

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    1. Mercedes, es que la pobre estaría harta del autobús o de la falta de desodorante de algunos usuarios. ¡Quién sabe!
      Un beso.

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  2. Sí, vamos, ahora la culpa va a ser del coche. Tal vez si él hubiese sido un poco más "echao p'alante" no hubiera dado pie a la supuesta "traición". Las apariencias engañan, y si hablamos de literatura, mucho más... :D

    Un abrazo desde Almería

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    1. Javier, es posible que a él le faltase decisión para llegar más lejos. Posiblemente esperaba madurar un poco más la situacion. ¡Qué se yo...si yo no estaba allí!
      Un abrazo.

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    1. Hola Mark. Al menos ocurrente es. Señal de que las neuronas aún ejercen parte de su función.
      Saludos.

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  4. Siempre me gustaron los "garcías".
    Libert, no pierdas esa fina ironía andaluza, es genial.
    Besossss

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  5. Hola Inma. Es que los Garcias somos mayoría. Mira, hasta rima. Espero que la ironía no me abandone nunca. Bueno...algún día me abandonará muy a mi pesar...y al de la compañia a la que pago religiosamente mi seguro de defunción, que perderá un abonado de tantos años lamentablemente.
    Besos Inma G.

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  6. ayssssssssssss..mira que cambiar el bus García por un vehículo francés....si que es traición...jajajajaj. Bonita historia, como todas las que nos traes. Un besito

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    1. Hola Agueda. Es que hay algunas mujeres...Espero que el García encuentre otra.
      Un beso.

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  7. jajajajaja. Como siempre me imaginaba otra cosa. Pero serás... Jajaja.
    Besitos, libert.

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  8. Ella se lo pierde. Precisamente recuerdo con mucho mas agrado los viajes en tren al trabajo, que la tremenda soledad en un atasco en la soledad de un francés ó de un alemán. Menudo aburrimiento.

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  9. Claro Carlos, el viaje en tren es más ameno aunque sea para ir al trabajo.
    Saludos.

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